Esta semana aprendí…

Llevo varios días con una extraña sensación, como si sobrara entre un montón de gente que lee. Como si yo no hubiera elegido la carrera que estudié, como si hiciera con mi vida y mis días lo que hago por decisión de otros. Como si fuera la colada de la fiesta, la princesa consorte, la primera dama: una idiota que no tiene idea de lo que hace, ni de lo que dice, ni de lo que hablan los demás… al menos a los ojos de los demás.

Me preguntaron si yo también me dedico a la literatura y la mujer de la última palabra respondió por mí: “No.” ¡Jajajaja! Luego vamos caminando por la calle, buscando un lindo par de zapatos para mí, y yo me imagino que los verdaderos lectores no usan zapatos, porque uno de ellos me amenazó con “llevarme a las librerías en venganza por el tiempo perdido buscando zapatos”. ¿Se les ocurre castigo más cruel?

Oigo en mi mente la voz de mi amiga la historiadora: “no dejes que el exterior afecte tu interior”. Y en un nivel le hago mucho caso, pero luego le hago un poquito menos y otro poco menos y luego ya ni me acuerdo de lo que dice… Y entonces me pesa que voy a las librerías y no se me pega nada. Y luego me doy cuenta que no se me pega cualquier cosa, y que me emociona mucho cuando encuentro ese par de cosas que sí me sirven o me gustan o me dan curiosidad y que no voy a encontrar en mi México lindo y querido.

Ayer en la tarde conocí a Martín Kohan. No sé si el hombre es así en la vida real o si estaba interpretando a un personaje. Lo que sé es que me regaló la tranquilidad de ver que se vale ser diferente a lo que el de junto espera, y que no importe. El señor es admirado y talentoso y admite abiertamente que él carece de curiosidad. Le gusta viajar, porque le gusta desplazarse, pero no le gusta estar lejos de su casa, ni pasar más de un par de días en una ciudad que no sea Buenos Aires. No le gusta opinar, y lo dice mirando a los ojos.

Hay algo en todo eso que me hace bien. Yo sí tengo curiosidad. Me gusta aprender cosas nuevas y leer cosas nuevas. Me encanta opinar —de ahí que exista este blog— y me gusta tanto desplazarme como pasar unos días en ciudades ajenas. Me gusta lo que hago y cómo lo hago. Me gusta que dejo a la gente responder por sí misma y que puedo callarme mientras responden lo que se les pregunta (aunque a veces me excluyan o me hagan ver como yo no quería), me gusta que —a menos que me esté peleando— me puedo callar para que otros hablen sin sentir la inminente necesidad de levantar la voz para que sea a mí a quien escuchen todos.

Eso… me gusta cómo hago yo las cosas, y ver que hay otros seres que no dejan de ser maravillosos por ser diferentes al de junto me tranquiliza. Bah, siempre supe que lo estaba haciendo bien, pero la persistencia del de junto, la insistencia de la mujer de la última palabra, la comparación constante con todos los que no soy yo me hicieron dudar por un momento… Gracias Martín Kohan por esta importante lección que, en efecto, no tiene que ver con literatura. Por recordarme que quien te ve mal es porque no puede verte de otra forma…

5 pensamientos en “Esta semana aprendí…

  1. Carlos Efron Mur 3 septiembre 2010 en 09:26 Reply

    Yo esta semana aprendí que no debo creer todo lo qume dicen que debo tener malicia y dejar de portarme como un niño ante muchas cosas.

    Para mí tú eres una escritora, una gran escritora, supogo que el titulo no debe venir en un viejo pergamino, que se pasa de mano en mano desde Cervantes y que quien no lo posee no puede llamarse escritor, porque de ser así, entonces no podré ser escritor, pues el día en que me entregarían mi «reconocimiento» Cervantes, el tipo que lo haría fue secuestrado y piden por él, tres obras inéditas, dos poemarios, cincuenta relatos y una caja de mejor chocolate, con lo que sufro es con los chocolates, pues nadie logra ponerse de acuerdo que es lo mejor.

  2. Carlos Efron Mur 3 septiembre 2010 en 09:27 Reply

    Me falto preguntar, si los escritores, ¿son aquellos que tienen obra impresa y ´nada más ellos?

    • sabina braz 3 septiembre 2010 en 12:38 Reply

      Uy… no sé. Según la regla estricta, escritor es el que escribe y con la bendición del internet, ahora todos somos publicados! Algunos podrían decirte que escritor es el que vive de escribir, y yo creo que estoy de acuerdo… aunque casi me hace pensar que nunca seré una… JAJAJA! A escribir! Lo demás está de más…

  3. Christina 4 septiembre 2010 en 10:00 Reply

    Aunque no lo crea ud., me pasa algo similar. Siempre fuera de lugar, viendo todas las conversaciones «importantes» desde afuera, la niña que aún no puede opinar pero que está a punto de crecer. Nunca llega.
    Y, te lo digo como ya lo dijeron aquí arriba, escribes increíblemente bien (y ya desde hace un tiempo me encanta tu blog) y me encanta la pasión que pones en lo que haces. Un abrazo desde tu sala.

    • sabina braz 5 septiembre 2010 en 10:34 Reply

      Querida mía, las conversaciones que parecen importantes lo son porque le importan a los que las tienen… ¿me expliqué? Si quieres opinar, habla fuerte como ellos y que te escuchen! Tienes mucho que decir y ellos quieren oírte.

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