En barco o en bici

Ayer tramité mi anualidad de ecobici. Muy decidida a que la bicicleta se convierta en mi medio de transporte principal pensé que primero quiero probarme en la bici pública, para no invertirle en vano a una propia. El trámite es sencillo y diez minutos después ya estaba yo fuera con mi tarjetita activada. Pensé que tal vez estaría bueno regresarme a mi trabajo en bici, pero recordé que hace catorce años que no me subía a una bici y decidí posponer mi primer viaje.

En la tarde, saliendo del trabajo, tenía que ir a sacarme unas fotos. Salí de la oficina, pasé mi tarjeta por la maquinita esa, tomé mi bicicleta, coloqué mi bolsa en la parrillita delantera y empecé a pedalear.

Mi equilibrio no es el que era, pero eso se resuelve con un poco de práctica. Es cosa de volver a agarrarle la onda y la confianza. Pero lo que es cierto es que nunca había andado en medio de tantos coches. Eso sí debo tomarlo en cuenta: algunos conductores van muy confiados porque saben que no te van a pegar. A otros no les importa. Los menos son agresivos y te avientan el carro. Y hay algunos que o son tarados y descuidados o son tarados y culeros, porque abren la puerta, se echan en reversa, se estacionan mal y te ponen en verdaderos aprietos.

Tal vez me doy cuenta de todo esto porque soy nueva en el tema de la bici. Seguro que con la práctica y el tiempo aprenderé a adivinar lo que harán los demás, como aprendí a adivinar lo que hacen los conductores cuando voy en un auto.

Cuando iba a cruzar Nuevo León sobre Campeche pasó frente a mí un hombre en bicicleta. Su cara era de pedalear durísimo para ganarles a todos, y se movía de un lado al otro como si mover su cuerpo le diera más velocidad. Pensé entonces que ahora que podemos volver a la bici, volvemos a ser los niños que fuimos. Claramente para él era algo divertido y la velocidad importaba. Andar en bici era emocionante y gratificante. Ahora, al menos cuando se sube a la bici, vuelve a ser el niño que fue.

Yo iba temerosa, batallando con el equilibrio, sorprendida de lo mal que está el pavimento en la mayoría de las calles, sorprendida de cuánta prisa lleva la mayoría de la gente y lo poco que les importaría planchar a alguien con todo y bicicleta del gobierno. Me sorprendió incluso que los conductores de motonetas —scooters— también fueran agresivos con la niña nueva de la bici pública. Siempre creí que eran seres amigables que preferían la motoneta que ocupa menos espacio, contamina menos y los hace seres un poco más libres, aliados de quienes nos sentimos vulnerables ante los autos. Pero no, así como el gato teme al perro y abusa del ratón, el conductor de motoneta teme al auto pero demuestra su poder y fuerza sobre los ciclistas. No generalizo, nomás cuento mi experiencia de ayer.

Cuando dejé la bici en la estación pensé que, en efecto, volver a la bici me había devuelto a un momento de la infancia, ese en el que me sentía libre y contenta, pero temerosa, siempre dispuesta a aventarme al ruedo, sabiendo que era muy probable que me diera un catorrazo, porque no me gusta perderme de nada.

Este es un momento de cambios, de decisiones y, tal vez, de catorrazos. La bici es sólo una metáfora de todo lo que está pasando en mi vida. Poco a poco se concreta el nuevo negocio, se acerca un cambio de empleo, es probable que haya una mudanza, una tercera y cuarta personas van a empezar a leer mi tesis, o sea que ya me voy a titular… Siento como si el cambio se respirara, como si la ciudad de México oliera diferente. Espero no darme un catorrazo, ni en la bici ni en la vida. Espero que todos estos cambios sean para bien. Me dijo mi amigo Z “ahí va tu barquito”. Le contesté “mis barquitos, me siento como Cristóbal Colón con la Niña, la Pinta y la Santa María”.

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2 pensamientos en “En barco o en bici

  1. Carlos Efron Mur 27 febrero 2013 en 22:19 Reply

    si de tas de catorrazos que sea en la bici y que te titules ya

    • sabina braz 28 febrero 2013 en 12:36 Reply

      En ese caso, tendré que comprarme un casco! Abrazo!

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