Hay de decisiones a decisiones

La vida consta de decisiones. Si cruzas la calle por el paso cebra cuando esté el alto o si cruzas corriendo por donde se te da la gana. Si viajas en metrobús o en metro, si tomas taxi o caminas. Lo que te pones para salir de casa. Eliges una carrera, un corte de pelo, a tus amigos, a tu pareja. Escoges hacer cosas estimulantes, divertidas y satisfactorias o cosas aburridas, rutinarias y deprimentes. Escoges unos zapatos, un postre, tu alimentación. Decides si te tomas un trago más. A dónde te vas de vacaciones. El siguiente libro que leerás, si ves una u otra película, si sigues una serie de televisión.

En fin… tomamos decisiones todo el día todos los días desde que somos capaces hasta que dejamos de serlo.

Algunas respuestas nos son dadas en sueños o sugeridas por nuestro cuerpo. Algunas elecciones parecen muy obvias. Algunas nos parecen totalmente lógicas, aunque a veces, con el tiempo, cambiemos de opinión.

Es complicado decidir sobre invertir en un negocio o comprar un auto, porque implica fuertes sumas de dinero, préstamos y deudas. Pero al final te guías por necesidades e intereses, por sueños e ilusiones, porque hay que arriesgar para ganar.

En cambio, elegir entre dos vestidos, dos colores, dos tallas es fácil porque sabes que puedes cambiarlo o devolverlo. Son decisiones sin relevancia, que tomamos diariamente y no cambian en casi nada la ruta de nuestras vidas.

Pero hay decisiones complejas, que pueden afectar la vida de otros, que podrían cambiar la historia de alguien, que pueden brindar felicidad, paz, bienestar; que pueden modificar tu relación con el mundo, convertir tu historia en una dulce narración de fantasía o en un cuento de terror… En este rubro se encuentra la elección del nombre de un hijo.

  • Hay tres cosas que se deben tener más o menos claras: género del crío, apellidos, lugar donde es más probable que crezca.
  • Hay tres cosas que deben tomarse en cuenta: será bebé sólo por un tiempo, ser el diminutivo del padre o la madre no es grato, llevar el nombre de los abuelos no es un premio para nadie.
  • Hay que futurear: Deletrear tu nombre a cada persona que conoces es una friega. Tener más de dos nombres te obliga a batallar cuando llenas un formulario. Tener un nombre de moda (o sea, tener muchísimos tocallos) genera confusiones de identidad con personajes del canal de las estrellas.
  • Cuidado con los nombres extranjeros: Si usted va a tener un hijo 100% producto nacional, evite nombres que suenen mucho a lejanas tierras. En especial si no está seguro de cómo se escribe o cómo se pronuncia.
  • Los apellidos importan: Si su apellido es un objeto o un adjetivo, tenga mucho cuidado. Evite Rosa Espinoza, Pedro Roca, Zoila Lechuga, Rosendo de la Colina…
  • Si usted es sordo, permita que alguien más tome la decisión: Cuide malos entendidos como el sonado caso de Mónica Galindo y cacofonías como Rocío Cosío o Juan Talán. Si los apellidos son muy fuertes, equilíbrelos con un nombre suave, evitando Maximilianos y Carlotas. Si los apellidos son muy comunes, evite problemas con bancos y otras burocracias dándole un nombre menos Juan José y más Gastón u Horacio.

Seguramente hay cosas que no he tomado en cuenta. Todos estamos expuestos a burlas y malos ratos sin importar nuestro nombre. Pero hay cosas inevitables en las que hay que pensar al elegir el nombre de un inocente. La mejor forma de defender a un ser humano contra la adversidad es escoger un nombre más o menos bien pensado.

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