Archivos diarios: 15 abril 2013

¿Cómo educamos en México?


Hace algunos meses escuché algo que me resultó alarmante: en las escuelas secundarias ya no hay clase de Civismo. Tal vez les pareció que era un tema anticuado, que se trataba de una enseñanza inútil o que sus valores bien podían aprenderse en otra parte. La realidad, a mi parecer, es otra. Es cierto que la clase de Civismo cuando eres adolescente no te resulta ni útil ni interesante ni divertida. Al menos para mí no lo fue: la profesora nos leía fragmentos del Manual de Carreño y los discutíamos en grupo. Si bien he de confesar que no recuerdo una sola de las “reglas de civilidad y etiqueta” que sugería Carreño Muñoz, estoy convencida de que lo que logró aquella profesora fue hacernos pensar. ¿Parece poco? Definitivamente, no. Hacer que un grupo de adolescentes se detenga a pensar en cómo debe relacionarse y comportarse en diferentes escenarios, por inútil que parezca, logra que al menos un porcentaje de esos adolescentes se convierta en adultos que saben comportarse en una sociedad.

Poco a poco las materias de humanidades han ido perdiendo terreno en el campo de la educación. Pero tampoco es que nos estemos convirtiendo en un país dedicado a las ciencias y la tecnología. Somos un país con adultos jóvenes que no saben poner más acentos que los que aparecen en las palabras agudas terminadas en n, s o vocal. Y eso, en ocasiones, sólo saben recitarlo, porque cuando hay que poner acentos, en realidad no saben cuáles son las palabras agudas.

Es muy revelador que alguien que sabe sacar su cuenta en un restaurante sin usar una calculadora despierte cierta admiración. Es muy sorprendente que cuando alguien puede expresarse con claridad de forma escrita los demás celebren la forma en que funciona su mente. Es francamente triste que no tengamos las palabras, ni el conocimiento ni la curiosidad para mantener una conversación de sobremesa siquiera; y esto es, en gran medida, porque nuestros profesores ya no buscan hacernos pensar. Y, al final de cuentas, la pregunta más difícil de respondernos es quién pone a pensar a nuestros profesores.