Sobrevivir a la temporada gripal

Este clima nos tiene sometidos a todos. Yo tenía una buena costumbre que he perdido, básicamente por mensa: Más o menos cada noviembre, febrero y julio me doy una dosis semanal de Aderogyl y un Redoxón diario. Así voy capoteando las gripas, o al menos evitando que me den durísimo. Pero este año no he seguido mi propio consejo. Tomo Redoxón cuando me duele la garganta y el Aderogyl no ha pasado por mi casa. Así pues, mis defensas están bajísimas y hoy debí haberme quedado en la cama.

Hay muchos factores que tomar en cuenta. De entrada, el clima. No importan las botas de lluvia y los impermeables amarillos, porque no sólo se enferma uno por mojarse. El asunto es que hace un calor bochornoso alucinante que nos hace transpirar todo el día, luego entras a lugares cerrados y hace frío. Respiras el aire impuro de la ciudad y pasas ocho horas diarias rodeado de gente que olvida taparse el hociquito cuando tose o estornuda. Por las noches baja la temperatura encabronadamente, te forras con kilos de piyamas y cobijas y por la mañana, cuando todavía hace frío, te quitas todas esas deliciosas capas de tela y te metes a bañar. Sales con el pelo mojado y ¡tarán! La fórmula perfecta para el resfriado asqueroso.

Ahora me duelen los ojos como si alguien me hubiera golpeado, tengo la garganta irritada, mis oídos están tapados, tengo perpetua comezón en la nariz y siento que estoy hinchada como un sapo.

Entre las pocas ventajas que tiene mi oficina está que no tiene aire acondicionado. Están abiertas las ventanas y así el aire no es helado y está más o menos ventilado. Pero eso no quita que cada vez que alguien tose o estornuda, yo vea más lejana mi recuperación. Eso no quita que los ruidos durante la jornada laboral sean asquerosos. Eso no quita que me voy sintiendo peor conforme avanza el día. Debí quedarme en la cama y trabajar desde allá. Hay varias cosas para las que tengo que estar en mi oficina, pero la mayoría las podría hacer a la distancia.

¡Qué ventaja que la mujer embarazada de mi oficina ya se fue a tener un hijo! Así nadie la contagia. Debería ser obligatorio quedarse en casa cuando tienes gripa, para evitar el contagio. Si te quedas en casa te curas más rápido y no le pasas tus bichos a todo el mundo. Pero no… La gente dice cosas como “es sólo una gripita”, como si pensar con el cerebro flotando en mocos fuera fácil. Como si leer y corregir mientras te llora el ojo fuera buena idea. Como si no estuviera claro que lo necesario en caso de gripa es sopa, agua, té, juguitos, aspirinas y mucha cama. Como si los demás tuvieran algo que pagar sometiéndose a bichos, estornudos, moqueos y la increíble torpeza que acompaña a la enfermedad.

Sólo hay una forma de sobrevivir a la temporada gripal y es tomando muchas vitaminas. Los que caen en la enfermedad se verán obligados a decir “sálvate tú”, desde su delirio en cama, donde se guardarán hasta volver a la vida. Los zombies sólo deberían tener permitido rondar por la propia casa y, en caso necesario, salir a la puerta a abrirle al de la farmacia. Sólo en caso de emergencia saldrán de los límites establecidos. Y, a falta de mejores opciones, se harán acompañar de doña Gargarita de Isodine Bucofaringeo y el adorado limón con miel.

Es sólo una gripita, es como decir que sólo estás deprimido o que sólo te duele una muela. Son malestares generalizados, le pasan a todo el mundo, y de eso no se muere nadie. Pero de ahí a que sean males menores que permiten que la vida siga con toda tranquilidad, no lo creo.

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4 pensamientos en “Sobrevivir a la temporada gripal

  1. Fernando Galván Ruiz 23 julio 2012 en 14:44 Reply

    Es el tipo de trabajo al que no han acostumbrado. Todo es permitido con tal de estar ocho o más horas en una oficina y todo lo permitido es, básicamente, contaminar: coche, camión, metrobús ,metro (a fin de cuentas la electricidad se genera a partir de combustible fósiles); comprar alimentos u otras cosas necesarias para la jornada laboral envueltas en miles de empaques; gastar energía en baños, computadoras, impresoras; desgaste físico por el estrés y, el desgaste emocional implícito en la actividad laboral. Además, si uno está enfermo, la regla es asistir sin importar las posibles complicaciones a las que nos arriesgamos. La jornada laboral de ocho horas es total y absolutamente improductiva. Si hacemos una cuenta de cuántas horas se precisan para hacer cualquier trabajo de oficina, llegaremos al promedio de que necesitamos menos de 20 horas semanales para hacer lo que hacemos en más de 40 horas encerrados en una oficina. En varias empresas ya se usa el trabajo a distancia y el trabajador puede ser localizado vía skype o lo que sea. Si tiene que ir a una junta se conecta con una cámara y ya. Las costumbres laborales son absurdas y provocan conductas peligrosas: salir con una gripa en temporadas frías no es bueno, asistir deprimido al trabajo (nunca debe decir uno eso porque lo tachan de loco) es altamente improductivo. Si uno está enfermo debe ir al doctor para comprobar la falta, pero ¿si no puedes salir bajo la lluvia o de plano estás tan mal que ni levantarte puedes cómo comprobar que estuviste enfermo?, o de plano uno sabe que lo que necesita es descanso (como en el caso de la gripa). Lo más adecuado para comprobar la enfermedad sería cachetear con los pulmones gripientos a los patrones, o mostrar la fractura expuesta, o el alma derrotada. En conclusión, no deberíamos arriesgar nuestra salud por unas costumbres laborales absurdas. Que te mejores.

    • sabina braz 25 julio 2012 en 01:46 Reply

      El asunto, estimado amigo, es que a muy poca gente le importa por lo que está pasando el de junto… Saludos y gracias x leer!

  2. Victor 25 julio 2012 en 00:56 Reply

    Nunca se qué decir en este espacio, creo lo mejor es lo que me gustaría que la gente dejara en mis blogs: un simple «me gusta».

    • sabina braz 25 julio 2012 en 01:52 Reply

      Gracias! Saludos.

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