Condiciones imposibles

Hay unos hombres en mi oficina trabajando en la instalación eléctrica. No tengo idea de lo que hacen en realidad, pero prenden y apagan las luces por partes en toda la oficina. Llevan toda la mañana haciendo lo mismo y es desesperante. Les recuerdo que el trabajo de una es leer, y con la luz yendo y viniendo cuesta mucho trabajo.

Supongo que por los mismos tejes y manejes de estos hombres, la red en mi trabajo es lentísima. Buscar una palabra en el diccionario puede ser una misión de todo el día. Abrir el correo puede ser cosa de ir al baño, bajar por un café, lavarse las manos y conversar un rato con la de al lado.

Hay un departamento de informática que recibe quejas, levanta reportes y soluciona problemas. Llamé. Me dijeron que la red está lenta “porque un compañero estuvo tratando y tratando de enviar un correo y como parece que no sale de su bandeja lo intentó hasta saturar el servidor”. ¿De verdad puede pasar eso? En todo caso, el compañero ha de ser muy perseverante…

Mi entrada anterior aparece como prohibida. El servidor de mi oficina automáticamente me niega el acceso. ¿Mi teoría? Que el título incluye la palabra “juego”. Y me pregunto cómo hacen entonces las personas a mi alrededor para jugar ajedrez en línea —los dos o tres que saben jugar ajedrez—, solitario y hasta tetris… Yo no he tratado de abrir mi fb aquí, pero he visto ya a tres o cuatro que lo tienen abierto todo el día. Yo ya tenía permiso de abrir flickr porque a veces contacto gente ahí para que me pasen fotos para mis libros. Ahora también lo tengo prohibido. Tengo prohibido bajar archivos de los ftp de diseñadores y editores con los que trabajo que están en lugares lejanos. Y casi me siento culpable de quejarme cuando las personas que en esta oficina usan una pc no tienen ni entrada para cd en sus máquinas.

¿Sabrán las personas que toman esas decisiones que no todos los cds son música, películas y diversión? ¿Sabrán que sus estrategias de seguridad para que la gente no se distraiga son arbitrarias e inútiles? ¿Sabrán que la forma de incentivar a alguien que no quiere trabajar no es limitándole acceso a cosas que pueden resultarle divertidas o necesarias?

Hoy amanecí quejica —como diría un güey que conocí—, pero es que las condiciones en que hay que trabajar aquí complican mucho las cosas… tuve que llamar a una diseñadora para pedirle que me reenvíe un correo que me mandó ayer con unas correcciones, porque me acabo de enterar de que ayer nada entró ni salió por internet de esta institución. Y eso, porque yo había quedado con la diseñadora. A saber cuántas otras cosas se perdieron en el camino, cuántas enemistades se generarán a partir de esta tontería, cuántos proyectos se atrasarán… Todo por la cuadradez de unas personas muy raras que toman decisiones y reparten castigos “preventivos” a la gente que no quiere trabajar. Luego, si quería trabajar da igual, porque no se puede.

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