Archivos diarios: 12 junio 2012

¿Dónde vive la felicidad?


Todos queremos felicidad. Unos la buscan en sus amistades, otros la buscan en el trabajo. La mayoría la buscan en una pareja, y los más aventurados en una familia. Algunos tenemos la tendencia a creer que la felicidad está en otro país, o tal vez en otro estado. Quisiéramos mudarnos a algún lugar donde no estén todos nuestros problemas. El tema es que nuestros problemas, mientras no estén resueltos, no van a desaparecer jamás, no importa lo lejos que corramos. Bueno, tal vez en efecto desaparezca si nuestro problema es el tiempo, si necesitamos que pase y resuelva las cosas solo.

Alguna vez pensé que mi felicidad estaba en el aire y quise volar aviones. Luego conocí a una piloto a quien no ascendían a capitán porque la gente en México no estaba lista para ser llevada y traída por una mujer. Entonces pensé en un empleo menos padre pero con los mismos beneficios: mucho viaje, mucha distancia, mucha soledad, cero aburrición. Pensé que ser aeromoza sería la onda… Mi papá me tumbó el plan con una sola frase que no voy a repetir aquí porque no quiero herir sensibilidades.

Luego pensé que tal vez la mejor idea era ser monja, no tanto porque fuera muy católica como porque se me antojaba una vida en la que no tuviera que preocuparme por dónde vivir ni qué comer. No sé si Dios sea el camino, pero no le veo tanto de malo a una vida dedicada a la contemplación. Mi mamá me dijo que terminara una carrera y luego podía ser monja si quería. Todavía no termino la tesis y no, creo que ya cambié de parecer.

Otras cosas que se me han ocurrido: Retirarme a un pueblo pintoresco en alguna montaña del mundo, tipo Calafate o Barcelonnette, volver a meserear y, a falta de relaciones personales, dedicarme a escribir. También pensé en un crucero: un año de ganar dinero sin pagar por renta ni comidas, gastando en lo mínimo indispensable para luego regresar y dedicarme un par de años a la contemplación y la literatura. Otra opción fue una plataforma petrolera. Me ofrecían irme de intérprete: un mes de trabajo por uno de descanso, ganando en el uno lo suficiente para vivir todo el otro sin necesidad de trabajar. Pero alguien me dijo que el ambiente ahí es espantoso y que siendo mujer me la iba a pasar fatal. Otra oferta fue China: ir un año a trabajar dando clases de español en una universidad. Cuando me lo dijeron lo contemplé sólo por 10 minutos: una cosa es preferir ir por ahí sola y otra no ser capaz siquiera de distinguir la leche deslactosada de la entera en el súper.

Claro que también he contemplado la playa, el rancho de mi comadre, dedicarme a meserear, bartenderear o dar clases de inglés en cualquier otra ciudad de la República. He pensado en un posgrado fuera del país. He pensado un millón de locuras y planes más o menos viables para encontrar mi felicidad.

Ahora que lo escribo descubro un dato que es curioso: casi todas mis opciones implican salir de la ciudad de México, casi todas implican estar donde no está la gente que conozco y quiero. Supongo que es porque tampoco estará ahí la gente que conozco y preferiría no conocer. Pareciera que mi mayor deseo fuera estar sola, pero la verdad es que soy muy social, me encanta conversar, ver amigos, reunirme con gente linda, salir a la calle, tomarme unos vinos con las amigas y reír. Pareciera que tengo una idea de que mi vida sería mejor en otra parte. Lástima que tengan a mi pobre México tan madreado… pero si me siento y lo pienso medio minuto, mi vida es perfecta donde está.