Archivos diarios: 8 junio 2012

Juntas, temblores, sirenas y otros simulacros


Algunas mañanas son menos aburridas que otras. La de hoy, ciertamente ha sido agotadora, hemos perdido el tiempo de formas varias y no hay ninguna conclusión. Tengo muchísimo que leer antes del lunes (y ya sé que se está usted preguntando qué hago escribiendo esto si tengo tanto que hacer). Había un simulacro planeado para todo el edificio a la misma hora que una importantísima junta con importantísimas personas en importantísimo sitio y pregunté: “¿Se pospondrá la junta por el simulacro?”, y la respuesta fue: “Los que se juntan no simulan”.

Pues ahí va su servidora al importantísimo sitio y se encuentra con los locales reunidos junto a una columna esperando que sonara la alarma para salir. Decidimos, pues, bajar del Olimpo a donde habitan el resto de los mortales y simular con nuestros iguales.

Curioso fenómeno el del simulacro: veinte minutos antes había gente con chalecos y cascos y radios y megáfonos y una lista de gente. Cinco minutos antes de que sonara la alarma ya había gente bajando por las escaleras. Claro que para cuando nos tocó bajar a nosotros había un apelotonamiento en la angostísima escalera. De ahí caminamos al punto de encuentro. Había oficiales deteniendo el tránsito y un megáfono sonaba una sirena. La gente en la calle nos preguntaba lo que estaba pasando. Claro que hubo quien se sacó mucho de onda.

Si hubiera temblado en realidad, ¿cuánto habrían tardado los brigadistas en tomar su equipo fluorescente? ¿Qué habría pasado cuando nos quedamos amontonados en la escalera? ¿Cuál sería el destino de viejitos y embarazadas que salieron cinco minutos después de todos los demás? ¿Los brigadistas se pondrían de acuerdo? ¿Habría gente en pánico? ¿Habríamos tardado los mismos cinco minutos en llegar al punto de reunión? ¿Sería eso lo suficientemente rápido?

En el punto de reunión seguía sonando la sirena de un megáfono, por lo que no alcanzábamos a escuchar ni las instrucciones ni nuestro nombre cuando pasaban lista. Cuando íbamos de regreso, seguía sonando la misma sirena y había brigadistas deteniendo el tránsito para que los simuladores volviéramos a nuestras funciones con absoluta comodidad. Ya podrá usted imaginar lo que significa que en cierta zona céntrica de la ciudad cierren tres calles en lo que cruzan 900 personas.

Pues bien, todos sobrevivimos al simulacro. Ahora hay que ponerse a trabajar. Pero claro que todos tenemos mucho que comentar. Luego sigo en stand by para la importantísima junta. Y mientras escribo esta entrada de blog me voy llenando de estrés porque me quedan como 120 cuartillas de español traducido por japoneses que leer y corregir.

Creo que lo único que me brinda cierta calma es saber que ya es viernes. Seguiré simulando que trabajo, mientras se simula la reorganización de una junta y los brigadistas se sienten orgullosos por haber simulado que salvaron nuestras vidas.