Poquitas más horas

Igual que todas las niñas, suplicaba a mi mamá diez minutos más para seguir jugando. Mi problema es que, a diferencia de la mayoría, yo sigo pidiendo ese ratito extra todos los días.

Tengo una hermana de 36 años que es tan trabajadora que hace dos años terminó una estancia posdoctoral, tiene un lindo empleo (al fin), una casa muy bonita y un esposito que ella escogió. Tengo una hermana que debería ser mi ejemplo para casi todo y yo le copio, pero no puedo seguirle el paso.

Tengo una hermana que tiene dos hijos y una casa en la playa que ella y su marido están construyendo con sus manitas. Viaja una vez al año a destinos interesantísimos y tiene dos hijos adultos maravillosos, generosos, amorosos y divertidos. Esta hermana es el opuesto de la anterior, y también me gusta para ejemplo.

Tengo una hermana que vive en un país guapachoso, tiene dos niños pequeños y un marido muy trabajador. Ella es una madre de familia que terminó una carrera pero ahora se dedica a la esotería en todas sus variantes. Ella nunca quiso jugar conmigo cuando éramos niñas. Sin embargo, me causa enorme admiración que haya hecho de su vida lo que tenía planeado y me alegra que las cosas le salgan tan bien.

Tengo otras hermanas, de otro estilo, con otras costumbres y diferentes apellidos, mujeres que llegaron a mi vida y me encantará que se queden conmigo para siempre, las hermanas elegidas. Cada una de ellas despierta toda mi admiración: porque son amorosas, generosas, inteligentes, trabajadoras, luchonas, comprometidas, honestas, leales y divertidas. También de ellas he tomado ejemplos para completar el rompecabezas que soy.

Tengo una mamá que es la mujer más generosa e inteligente que conozco. Siempre fui la envidia de mis amiguitas porque mi mamá siempre estaba cerca cuando tenía que estar, pero también ha sido una madre respetuosa que sabe tomar distancia y no meterse aunque sí le importe. Es ella a quien más trato de imitar, pero tampoco he logrado ser ni tan observadora, ni tan pacífica, ni tan elegante, ni tan generosa como es ella.

¿Cómo hacen todas estas mujeres para realizar las cosas? Ellas completan doctorados, familias y casas, ahorran, adquieren y aman, montan negocios, hacen carreras y se ven siempre hermosas, hacen ejercicio, publican novelas y ayudan al prójimo. ¡Yo necesito días con más horas!

No voy a repetir, querido lector, lo que tantas veces he dicho, usted ya conoce bien mi lista de pendientes. Pero de verdad, ni siquiera en los días en que me dedico 100% a no perder el tiempo, días en que me voy a la cama sintiendo que fui súper productiva, me da tiempo de hacer todo lo que tengo que hacer: o no hice ejercicio, o no avancé en la tesis, o no leí un poquito; o hice todo lo anterior pero le cancelé una salida a las amigas. O me fui con amigos a gastar el dinero que no tengo en cine y palomitas. O terminé alguna otra cosa que había dejado a medias pero no empecé lo que más urgía… En fin que llega la hora de dormir —que es inevitable e impostergable porque se me cierran los ojos— y yo no terminé de sacar la mitad de los pendientes.

¿Son muchas cosas? ¿Son muchos ejemplos? ¿Son planes irrealizables? ¿Es ridículo pensar que puedo realizar cada uno de mis sueños porque ellas lo han logrado? Entre los planes, los sueños, las obligaciones y los propósitos de año nuevo, de verdad necesito al menos un par de horas más para terminar todo lo que debo.

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